Valencia: Campgrafic Edición, 2009, 226 págs. 23€
«A menudo se han agitado los cuarteles gráficos y se han ametrallado la legibilidad y las convenciones». Esta aparente contradicción subyace en cada una de las páginas de este libro que surge como una explicación certera de cómo y por qué se lee. Unger ha optado por la claridad explicativa más que por la teoría. Ha preferido el ejemplo evidente a la abigarrada conceptualización propia de ciertos escaparates científicos. El lector debe acercarse a las páginas precedentes sin ideas preconcebidas; más bien con el deseo de encontrar explicaciones plausibles al proceso que a diario realiza sin apercibirse de lo que está haciendo, cómo lo está haciendo y por qué lo está haciendo. Recoge el autor muchas de las preguntas que neurólogos, tipógrafos y editores llevan años planteándose y resolviendo de modo individual. No es ésta una respuesta más. Pero que nadie piense en un libro sobre lingüística cognitiva. Nada más lejos de la realidad. Unger recurre a ella -cuando la necesita-, a la metáfora -los cumulonimbos-, a la magia -dice que se «puede leer sin ver»- para explicar el proceso científico; a la ciencia para expresar la distribución de funciones en el cerebro... una tras otra va aquilatando la lecturabilidad y la legibilidad de la letra que es a la postre el espacio sobre el que erige su propuesta. El lector, hoy amenazado por mil crisis, entre ellas la del libro o la lectura, encontrará en estas páginas muchas y nuevas razones para continuar leyendo y disfrutando de la lectura... en letra, por qué no, en imágenes.
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