Copiamos a continuación una noticia de la agencia EFE publicada hace algunas semanas en distintos diarios españoles.
Berlín. (EFE).- Coincidiendo con la inauguración de la Feria del Libro de Frankfurt, la mayor del sector en el mundo, el historiador germano Henrik Eberle publica el libro 'Cartas a Hitler. Un pueblo escribe a su Führer', un novedoso ensayo sobre la correspondencia popular que recibía el dirigente nazi.
El estudio se basa en los miles de cartas de todo tipo de ciudadanos que Hitler recibió entre 1925 y 1945 y que, tras la caída del nacionalsocialismo y el fin de la Segunda Guerra Mundial fueron confiscadas por el Ejército Rojo y se encuentran depositadas en el Archivo Estatal Militar de Moscú. En esos 20 años se acumularon decenas de miles de mensajes postales dirigidos a Hitler con felicitaciones y peticiones, propuestas e iniciativas, pero también iracundas quejas, suscritas por profesores y alumnos, curas y monjas, desempleados e industriales, oficiales y afiliados al Partido Nacionalsocialista (NSDAP). El rotativo alemán Bild' publicó el día 8 en exclusiva un adelanto con pasajes del libro y comenta que la mayoría de las cartas iban encabezadas con un "Mi Führer", "Estimado señor Canciller del Reich" o "Querido Führer" y que tan solo una persona osaba dirigirse a él con un "Querido Adolf", su hermana Angela Raubal. Las cartas, la mayoría no recibía respuesta, contenían en muchos casos juramentos de "fidelidad inquebrantable a su Führer Aldof Hiler" como la de un tal Walter Zickler en 1925 o de apoyo a los principios del nazismo. "En Alemania la mujer debe volver a la cocina, el hombre al trabajo y la maternidad es un principio santo", escribía en ese sentido en 1930 Elsa Walter, una mujer que se quejaba de que "la patria está enferma". Contestación tenían cartas como la de Alfred Barg, que preguntaba a mediados de los años 20 sobre lo que pensaba Hitler del alcohol y a quien Rudolf Hess respondió en el nombre del Führer que "el señor Hitler no bebe alcohol salvo en contadas celebraciones un par de gotas. Y no fuma en absoluto". Y también aquellas misivas en las que se le anunciaban regalos, donaciones o herencias de admiradores y seguidores, por muy pequeñas que fueran. El número de cartas que recibió son también un reflejo de su popularidad: mientras que en 1925 cabían en un archivador los mensajes que le enviaron mayoritariamente sus primeros admiradores, en los tres primeros meses de 1933 recibió 3.000 mensajes coincidiendo con su llegada al poder. A partir de ese año y hasta mediados de los años 40, Hitler recibió siempre mas de 10.000 cartas anuales de particulares con todo tipo de mensajes. Sin embargo y con motivo de su cumpleaños el 20 de abril de 1945, pocos días antes de que el Ejército Rojo tomase Berlín y Hitler se suicidara en su búnker, menos de cien personas le felicitaron, según se desprende del material archivado. Eberle subraya en su libro que Hitler, salvo pocas excepciones, no leía las misivas que le enviaba el pueblo que esa tarea corrió al principio a cargo de su secretario personal y lugarteniente Rudolf Hess. Posteriormente Hess cedió esa misión a Albert Bormann, hermano de Martin Bormann, dirigente nazi y brazo derecho de Hitler, quien escogía pasajes de las cartas o elaboraba resúmenes para el 'Führer', a quien se le entregaban para que conociese de cerca la opinión del pueblo.
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