martes, junio 07, 2022

RECETAS DE COCINA WALY (AEC-UAH)

Autora: Mihaela Ivanova Krasteva

Entre los múltiples y heterogéneos documentos que podemos consultar en el Archivo de Escrituras Cotidianas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares (AEC-UAH) (http://www.siece.es/siece/escritura_cotidiana.html), custodiado y gestionado por el Seminario Interdisciplinar de Estudios sobre la Cultura Escrita (SIECE) y el Grupo de Investigación de Alto Rendimiento Lea (Lectura, Escritura y Alfabetización), nos encontramos con las recetas de cocina Waly.

Las recetas Waly supusieron, en su momento, una auténtica revolución en la manera de transmitir el conocimiento culinario. Podías obtenerlas mediante una suscripción mensual, así como comprándolas directamente en librerías y quioscos. El lugar de edición fue San Sebastián (País Vasco), a iniciativa de “Creaciones Eva”, y se editaron entre los años 1960-1970.

Se trataba de unas fichas de cartón, todas ellas numeradas, (del n.º 1 al n.º 1601), que se organizaban según el tipo de comida en el siguiente orden: ensaladas, sopas, cremas y purés, pasta y arroz, huevos, verduras y legumbres, pescados.

Más allá de la información que nos ofrecen, gracias a su estética y a sus ilustraciones, nos dan la posibilidad de mirar hacia atrás y ver cómo eran los utensilios utilizados por las amas de casa en aquellos tiempos. En la parte delantera se podía ver el nombre y la ilustración de los ingredientes, así como del plato ya preparado y servido en bandejas y sobre un mantel de cuadros. Además, el nombre de la receta aparece en color rojo y el número de comensales, que siempre es cuatro, en color negro. En la parte posterior figuraba el procedimiento a seguir para la elaboración de la receta, así como el listado de los ingredientes y las cantidades necesarias. 

Existían unas fichas anteriores a estas, cuyo diseño varía y fueron editadas en 1955 en “Pasaia” por Edmundo Renard  se dice que pudo ser su creador (https://valenciagastronomica.com/las-recetas-de-cocina-grafica-waly-coleccion/). En 1957, Edmundo compró los derechos de Waly, conservando su nombre, pero añadiendo el título de “Creaciones Eva” que se acompañaban de cursos de labores, tales como corte y confección, bordado a máquina y figurín “Eva”. Según investigaciones que se han llevado a cabo, los dibujos se deben al ilustrador donostiarra José Antonio Segués y, por su parte, un gran número de las recetas fueron sugeridas por su esposa, Juana Bengoetxea.

Estas tarjetas nos hablan también de las costumbres culinarias de la época y de los alimentos más utilizados. Por ejemplo, en las recetas saladas destaca el uso del tomate como ingrediente principal; mientras que en los postres se usaba frecuentemente la manzana reineta de Aragón y el limón. En la mayor parte de las ocasiones, junto a los ingredientes aparecen las manos de la ama de casa, cuyas uñas están representadas siempre perfectamente cuidadas y lacadas en un color rojo impecable, como modelo de la mujer perfecta en función de los roles y estereotipos de género de la época.  

Muchas de nuestras abuelas utilizaban y conservaban estas recetas, lo que nos permite seguir disfrutando de ellas. Hoy en día también podemos conocerlas gracias al mundo 2.0, puesto que muchas se encuentran digitalizadas y disponibles en la web, incluso las podemos comprar de segunda mano a través de Internet.

A mi parecer son de gran interés, ya que son una fuente valiosa de información para conocer cómo era la cocina en esta época, los hábitos culinarios relacionados con ella, la forma de servir los platos y unido a ello, saber más sobre los utensilios de la época y la representación de la mujer perfecta en esos momentos, a la que las tareas domésticas no le debían impedir mantener ciertos hábitos de belleza.

El simple hecho de que solo aparecieran manos femeninas ilustrando a la receta, también nos muestra cómo se entendía que era una tarea destinada únicamente a la mujer en esa visión del “ángel del hogar” impulsada por el régimen franquista.

En definitiva, una gran parte de estos escritos cotidianos suelen pasar desapercibidos, pero gracias al AEC podemos conocerlos y utilizarlos para mostrar nuevas maneras de construir la Historia.




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