lunes, marzo 21, 2011

Palabras en el tiempo


Ni mármol duro y eterno,

ni música ni pintura,
sino palabra en el tiempo.

De mi cartera, 1924

Estos fueron los versos que inspiraron el nombre del Fondo documental Palabras en el tiempo, que está compuesto por los escritos depositados en la tumba de Antonio Machado y en el buzón instalado al lado de la misma en el pequeño pueblo de Collioure (Francia). Estos mensajes han sido dejados allí por sus seguidores, por visitantes anónimos, por personas que han vivido el exilio como él o descendientes de éstos, por alumnos y profesores de Historia, Lengua y Literatura, por escritores, músicos y artistas…, y podríamos seguir con una lista que no tendría fin.

Antonio Machado fue uno más de los aproximadamente medio millón de españoles que tuvieron que abandonar su casa y su tierra tras la derrota republicana en la Guerra Civil. Como tantos otros cruzó la frontera con Francia y se refugió en un hermoso pueblo costero: Collioure, donde vivió sus últimos días. Ni un mes pudo Don Antonio resistir en ese maravilloso lugar. Allí murió el 22 de febrero de 1939 en la pensión Bougnol Quintana. Fue una amiga de la dueña de esa humilde casa de huéspedes quien prestó el nicho familiar para que reposaran los restos del poeta junto a los de su madre, que murió tres días más tarde. En 1958, y gracias a una colecta capitaneada por José María Corredor y Pau Casals, y en la que participaron personajes de la talla de Albert Camus o André Malraux, además de muchas personas anónimas, Antonio Machado y su madre pudieron tener su propia tumba. Años más tarde, en la década de los 80, el presidente de la Fundación «Antonio Machado» de Collioure, Manolo Valiente, tuvo la idea de instalar un buzón en su tumba, financiado por el Ayuntamiento, para que de esta forma se conservasen todos aquellos escritos espontáneos que la gente dejaba sobre la lápida del poeta.

Fue entonces cuando dos miembros de la Fundación «Antonio Machado» de Collioure, Miguel Martínez y Paul Combeaud, comenzaron a guardar toda esta documentación. Desgraciadamente, mucha se ha perdido, sobre todo de los primeros años. Pero, a pesar de ello, el trabajo de quienes fueron, hasta hace poco, los responsables de la llave del buzón ha sido imprescindible para la creación de este Fondo dpcumental. En la actualidad es Soledad Arcas quien ha tomado el testigo y realiza esta tarea de cartera solidaria.

No fue hasta el pasado año, por un conjunto de casualidades que sería difícil detallar aquí, cuando Verónica Sierra Blas consiguió ponerse en contacto con la Fundación y preguntar por el buzón que existía en la tumba y por los escritos que en ella se dejaban. Meses más tarde, junto a Carmen Serrano Sánchez y Guadalupe Adámez Castro, comenzó con la labor de recuperación, ordenación y catalogación de toda esta documentación.

El trabajo no está siendo fácil: los escritos son muy heterogéneos (tanto en lo que se refiere a soportes y formatos como al contenido), lo que ha dificultado el trabajo. Actualmente, el Fondo cuenta con alrededor de 6.000 documentos, ordenados en siete amplias series: mensajes (dedicatorias, peticiones, agradecimientos, notas de visita), cartas, poesías y textos literarios, publicaciones varias (folletos, programas, libros, recortes de prensa, etc.), escritos escolares (trabajos, exámenes, discursos, apuntes, etc.), dibujos y exvotos. En todos estos documentos, se agradece a Don Antonio su poesía y todo el legado cultural que ha dejado tras de sí, así como su ejemplo de vida. Se le pide que conceda deseos, como, por ejemplo, contactar con personas que ya no están entre nosotros. Que ayude a quien le escribe, bien en el amor, en el trabajo o en la suerte. Se le alaban sus cualidades y, fundamentalmente, se le rinde homenaje.

En suma, un conjunto de testimonios escritos que manifiesta el cariño y el respeto que a día de hoy el pueblo español (y francés, además de otras nacionalidades) sigue sintiendo por el poeta. Gracias a la conservación de estos documentos podemos valorar la influencia de la obra de Antonio Machado en la literatura del siglo XX, pero, por encima de todo, todos los escritos que la gente anónima, año tras año, como si de un peregrinaje se tratara, deja en su tumba y su buzón, reflejan que su poesía sigue viva y que su memoria no se apagará nunca mientras siga habiendo gente que le recuerde.

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